miércoles, 12 de agosto de 2009

UN JARDIN CERRADO, UN ALMA ABIERTA

El jardin interior en una casa árabe, es el núcleo donde la convivencia con el rumor de una fuente, o de un surtidor, endulza las leves conversaciones, los susurros, las sonrisas, los momentos felices en compañia de los que forman el cículo de las amistades más intimas. La casa andaluza ha heredado esta característica tan sábia el patio interior quizá con un limonero, naranjo, un pequeño estanque con peces, es también el lugar de la confidencia de la charla, del reir o cantar, del comer y beber, enfin de un vivir en compañia en un recinto privado.
Nuestra alma es como uno de estos patios o jardines tan íntimos, sólo dejamos entrar aquellas palabras, aquellos sentimientos que queremos acariciar desde ella, y que conformaran nuestra sensibilidad más exquisita para ofrecerla como una bebida fresca al visitante que queramos acoger en ella. La gran diferencia entre esta alma y los patios y jardines, es que ésta debe quedar abierta para acoger todo aquello que está desvalido, que tirita de frio o que el viento azota sin piedad, un abrigo para almas cansadas por el ajetreo de la vida, almas engañadas por vanas ilusiones, jóvenes deseosos de saber, ancianos que necesitan alguien con quien conversar...
En resumen, un foro abierto a todo aquel que necesita un acogimiento, un consuelo, una sonrisa, una ayuda. Así poco a poco se va engalanando con flores de todos los colores, de todas partes del mundo, de diversas formas, con árboles frondosos que dan sombra, con alegres juegos de agua que nos refresquen en verano: una verdadera delicia para compartir con todo el mundo. Este es, además, el mejor tratamiento de belleza que conozco: el propietario/a de un alma grande y generosa , lleva impreso en su cara el sello de la elegancia y distinción de una mansión interior riquísima, llena de tesoros incalculables que se translucen en la mirada, en la carícia, en la palabra, en todo. La categoria de una persona se mide ahí, no en su dinero ni en su casa o coche, sino en su coherencia interna-externa, una belleza sin competencia posible, única, intransferible y además duradera e inmarcesible.

4 comentarios:

  1. Magnifico este post, mi querida amiga Montse. Y debo decir que me ha alegrado por partida doble. Primero, por lo que dices y por como lo dices. Porque este escrito tuyo rezuma sana y fresca sabiduria, un centrado sentido del vivir y una paz -como el jardín- interior. Y segundo por el retrato que haces de tí misma al hablar de todo esto.

    La amistad es un sentimiento que se desata con estas miradas...

    Un gran abrazo, Montse.

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  2. Efectivamente Emilio, nos retratamos en todo lo que decimos o escribimos, más que con una foto, que a veces no matiza tanto lo más interesante: esa aura, ese misterio impalpable del que dimana una esencia sutil pero inconfundible y personal. A mí me ocurre lo mismo con tus escritos, estamos en sintonia, qué bien!
    Gracias por tu comentario tan elogioso como inmerecido, reconozco que has sabido mirar y ver aquello que va más allá de las palabras, no se espera menos de alguien tan atento a la música y al arte como tú.

    Un abrazo.

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  3. El patio árabe, su heredero hispanoárabe, son pequeños paraísos domésticos. Tal vez la antítesis de los trasteros modernos.

    En los primeros todo es armonía, nada sobra. En los segundos se almacena el caos, la desidia hecha despilfarro.

    Lamentablemente, alguien parece haberse empeñado en que a las almas modernas no les falte trastero, y lo han levantado sobre el feliz jardín-patio.

    Ha sido un placer asomarme a tu patio y compartir ese rumor de agua...y bondad.

    Un abrazo.

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  4. Javier, tu idea del trastero invadiendo el patio, parece sacada de una pesadilla, en que un mago algo maligno hace el cambio a peor considerándolo una gran mejora. Parece que estos magos abundan en nuestros dias, son los amantes de "la desidia hecha despilfarro" como bien dices. Lo peor es que este talante "tan práctico", impera en muchos otros terrenos y lo invade todo de estultícia, de sinrazón, y de olvido de nuestra tradición, ligada sobretodo al clima y a la idiosincrasia de nuestros antepasados.
    El agua con su rumor y la bondad que dices, siga presente en nuestrar vidas...Amén.
    Hablando de agua, me voy a la piscina un ratillo, sesión de tarde: unos 27º, una delícia.
    Gracias por tu intervención tan oportuna.

    Un abrazo.

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